Cuando hablamos de negocios lo primero en lo que pensamos es que hay que ganar, que debemos recuperar lo invertido y un poco más, debemos de realizar un plan de trabajo que hay que seguir a la perfección.
¿Podríamos decir que el amor es un negocio?
Si fuera así sería un negocio muy raro, porque uno da mucho sin recibir nada a cambio.
Al igual que en los negocios, el amor trae consigo una gran responsabilidad, solo con pensar que tienes en tus manos la mitad de la sonrisa de alguien, ya es suficiente. Y al final tu nunca tienes nada, porque el amor es ceder no tener.
Diseñamos un plan perfecto para que funcione pensando en todo, bueno, en casi todo; pero sin estar en nuestros planes nuestro plan va cambiando producto de nuestro ambiente externo, a veces son los amigos, los familiares y hasta las circunstancias; pero debemos de estar dispuestos a cambiar de estrategias y hacer todo lo posible por recuperar este negocio, no solo pensando en nosotros, sino también en nuestro socio.
Este negocio es frágil y se puede quebrantar en cualquier momento debido a factores de riesgos como: la monotonía, los celos, la falta de comunicación, la indiferencia y muchísimos otros, estas cosas hacen que de pronto se termine nuestro negocio y tengamos que empezar desde cero.
Pero no tengas miedo de comenzar de nuevo con tu negocio, no te quedes con las ganas por miedo a volver a fracasar, recuerda que equivocarse nos ayuda avanzar.
Pensándolo bien, el amor no es tan mal negocio después de todo; cuesta menos de dos corazones y aún así vale la pena intentarlo.
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